Hace poco realizaron en el cole
del peque el Festival de Intercambio Cultural 2014, no sólo para dar cierre al
mes de la Herencia Hispana sino para recordar una fecha importante para
Hispanoamérica: el 12 de octubre, con el encuentro de dos mundos.
Como ya les he contado en otras
oportunidades, hace algunos meses nos encontramos viviendo en otro país por
diversas razones, entre ellas, una nueva oportunidad de crecimiento profesional
para mi esposo, y en parte, también para mí (porque hace poco comencé a
trabajar de nuevo). Nos hemos adaptado muy bien al nuevo territorio, sobre todo
porque la forma de vida es bastante similar a la de nuestro país, sin embargo,
siempre hay momentos en los que se quiere estar, aunque sea por un instante, en
su patria.
El peque comenzó hace nada el
maternal, y la verdad es que se ha adaptado muy bien, comparte el día junto a
otros niños de diferentes nacionalidades, así que la diversidad cultural en el
cole está a flor de piel y por eso, las maestras tuvieron la iniciativa de
realizar este tipo de encuentro, no sólo para conocer las diferentes culturas
que allí convergen sino para que pudiéramos conocernos como grupos e
individuos.
El enriquecimiento fue total,
conocer por boca de propios habitantes de otros países su historia y forma de
vida, que cada uno de los stand haya estado decorado con cosas propias de los
lugareños de las diferentes naciones y degustar
platos de comida diversos fue genial. El peque se divirtió un montón y también probó
pedacitos de cosas que jamás había comido.
Entre los países presentes
estuvieron Nicaragua, Chile, Colombia, Egipto, Estados Unidos, Panamá, China, Polonia, España,
Perú y Venezuela. Por supuesto, nosotros estuvimos en representación de este
último junto a otros padres que se hicieron presentes con pancartas, gorras,
franelas y platos típicos de nuestro país. Además, tuvimos la oportunidad de
conocernos y conversar.
Por mi parte, me vestí con una
manta guajira, la misma que suelen llevar las mujeres indígenas de la etnia
wayuu en el estado Zulia, y preparé un pastel de chucho, un plato oriundo del
oriente de Venezuela, que lleva chucho (un tipo de pescado de allá) y plátano,
entre otros ingredientes y se lleva al horno. Yo, en realidad, lo preparé con
atún porque acá no se consigue ese tipo de pescado, pero el recibimiento fue
total
Además, habían mandocas, arepas
con diferentes sabores, queso telita y queso blanco, papelón con limón y golosinas
como Toronto, samba y cocosete. De los otros stand les puedo decir que vimos horchatas
(Nicaragua), hamburguesas (EEUU), buñuelos (Colombia), ceviche (Perú), sopas
frías (Polonia), paella (España), dim sum (China), empanadas chilenas (Chile) y
tortilla de yuca (Panamá).
En fin, este festival sirvió para
demostrarnos la riqueza cultural que nos une, para hacer sentir nuestra
nacionalidad y para compartir momentos mágicos dentro un solo espacio. ¡Viva la
diversidad cultural!
Te confieso que me he emocionado al ver el pabellón venezolano, qué esmero le pusiste :)
ResponderEliminarMe alegra mucho que se estén adaptando bien al nuevo entorno y que también tú estés trabajando. Es una gran fortuna. Mucho éxito en la vida de expatriada. Un abrazo desde Budapest amiga coterránea.
Qué alegría sentí al estar allí, debo decirte... pero también me agrada el hecho de poder compartir esta experiencia con otras venezolanas como tu que están fuera de nuestra tierra y que post como estos son emociones puras. Mil gracias por tus palabras y tus buenos deseos. Abrazos!!!
EliminarWOW y tu solo lograste eso... mis respetos a ti :)
ResponderEliminarLa verdad es que no, fue un trabajo en equipo!!! pero me sentí muy orgullosa de haber participado y preparar por vez primera un pastel de chucho... imagínate, siendo yo vegetariana.
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